CAPITULO: LA ROSA DEL VIENTO
Me desperté durante la noche escuchando la respiración de otra persona, había
olvidado que estaba acompañado; una tal rosa del viento, ahora recuerdo, vaya noche
hemos pasado. Agradezco que la luz me permita ver lo justo de la habitación, junto a
las risas de diversión recuerdo despreocupación, y en una estancia así de pequeña
seguramente haya salido caro. Mañana se augura un buen día de limpieza, intentaré
conciliar de nuevo el sueño, aunque esto de dormir abrazado a alguien me trae malos
recuerdos; a pesar de ello, esta comodidad me trae un frescor nuevo y diferente, que
extraño.

Mi dilema nocturno se quedó en standby durante la noche, Morfeo me había rescatado
una vez más de mis escarceos nocturnos mentales.

Amanecimos, y un “buenos días” reinó sobre el silencio, acompañado de una increíble
y dulce sonrisa.

Seguramente fuese el motivo del descarado sentimiento que tengo hacia ella, y de que
una sesión de fotos haya acabado así.

Eso pensaba mientras calentaba mi “Buenos días”. ¿Sí se lo dije?, los buenos días, sí.
Mientras, sin percatarse de mi drama mental, ella recibía mis buenos días con una
sonrisa; y un silencio reinó en la habitación, es bonito ver cómo puedes estar a gusto
en silencio con alguien a quien casi no conoces, bonito y extraño, desnudos,
desconocidos, cada uno en su cabeza...

¿Es normal estar cómodo en esa situación?, supongo que sí, aunque la duda se
trasladó a otro plano pronto, un beso interrumpió ese instante para, con unas risas,
empezar a repasar las tonterías de la noche anterior, nuestra memoria dio para un buen
rato, más de lo que duró el escritorio con nosotros encima... tras la exposición de cada
una de las partes, me pidió́ que le dibujase en el brazo; y, cómo no, yo iba a dibujarle
una rosa, en este caso, llevada por el viento, quise experimentar por qué disfrutaba
tanto de que alguien te pintarrajease por los brazos con una tinta indeleble y sin ningún
rigor artístico; así que le pedí́ que me dibujase a mí, y la verdad que es una estúpida
pero adictiva sensación, mientras que dibujaba, me inspeccionaba los tatuajes en
busca de respuestas, encontró cicatrices; a lo que ella, alegraba la conversación
exponiendo la pereza que le daba hacer la mudanza a su nuevo piso, para trasladar el
tema con interesante habilidad al rescate de su gata que, por cierto, es la mejor historia
de gata en apuros jamás escuchada, todo un superviviente ese animal...
Ahora que lo pienso, en realidad puede que sí fuese consciente de mi rayada mental y
sabía reconducirla, espero poder preguntárselo algún día.
- ¿Una ducha?
Esa pregunta cortaba el hilo de mis pensamientos, mi respuesta fue obvia:
- Tonto el último,
Aunque al hilo de esto:
No sé cómo cojones he llegado a esta situación, hace tiempo que renegué de sentir
algo así, había renegado incluso de la compañía del otro sexo; llamadlo trauma, pero
de alguna forma me era útil ese escudo, como le dije a esta chica, “eres un grano de
oro entre mucha mierda”; sin ánimo de ofender, el abanico de personalidades en el
mundo es infinito, permitidme desprestigiar algunas, incluso la mía, la del tonto
romanticón.
- ¡Ahhh Que frío…!
Me decía gritando con una sonrisa mientras le pasaba la toalla.
Normal, esta casa es un congelador.
Mientras que nos quitábamos el calor no podía parar de pensar cómo la vida había
puesto a alguien así en mi camino, cómo encuentro alguien así cuando me prometo a
mí mismo vivir orgulloso del presente, cómo me permito disfrutar cuando tengo unas
expectativas que cumplir y superar; normalmente hecho la culpa al mundo, pero creo
que la mayor culpa es mía, no es la sociedad quien no sabe amar ni querer, soy yo que
no permito tiempo al querer ni derribo el miedo de abrirle en un futuro la puerta al dolor;
algo raro, ya que es la mejor compañía que he tenido hasta ahora, si seguimos las
regencias de la productividad.
Te odio, ¿no es interesante ver cómo un concepto tan adverso puede convertirse en un
exponente tan prematuro del amor?, para odiar tenemos que querer, y cuanto más
odies más deberías replantearte cómo gestionar ese odio.
Ahora recuerdo que esta era la reflexión fruto de un mordisco y una sonrisa, con la que
me entretuve en la cama antes de dormir, no consigo comprender todavía cómo
pueden tener tanta relación el blanco con el negro.
Genial, el café ya esta frio, ¿cuánto tiempo ha pasado?
Mierda, son las 18:00 ya
Contando que hace casi dos horas que esta chica se fue; y a los 5 min ya estaba en
esta ventana encendiendo un cigarro mientras calentaba las manos con la taza... creo
que me ha vuelto a suceder, cabeza, deja de robarme tiempo, ¡lo necesito!
Voy a hacer la compra mientras se me quita esta tontería, pero es que no consigo
entenderlo, no consigo entender a lo que llamamos amor.
Querer es necesitar y necesitar condiciona de alguna forma nuestra vida, y eso es malo,
¿no?
Existe un ideal de amor sin apego, sin esa necesidad de pasar hasta el último segundo
juntos, entonces, ¿eso sería amor?
Reduciendo al absurdo esto, el amor no sería una emoción tan efímera como la
felicidad, como la que sentí́ anoche o ahora mismo cuando pienso en ella y en eso que
llamamos amor, es simplemente cariño.
El hecho de no conocerla del todo y aun así sentir algo por ella creo que es ese
catalizador que llamamos amor, pero aun así entramos en el mismo juego, unimos otras
emociones para que el coctel emborrache más, amor como tal, en su exponente más
puro, ¿QUÉ ES?
-
Esto me trae una metáfora sobre el amor a la cabeza, comparémoslo con una
exposición de arte del mismo autor sobre el mismo tema, una exposición a la que
vamos por primera vez, vírgenes, deseosos de conocimiento y con ese frenesí́ de
descubrir.
Cruzamos las puertas y todo nos alumbra, pero nuestra mirada cae en un cuadro; ese
primer cuadro al que vamos corriendo como niños para verlo hasta el más mínimo
detalle, triste o no, el mensaje del cuadro nos ha enseñado mínimamente a cómo leer
ese arte que nos ha interesado, quédate con eso, pues es la raíz de esta metáfora...
Si comparamos ese primer cuadro con nuestro primer amor, ese que siempre llevamos
en el corazón, podemos dar el siguiente paso y ver que el próximo es muy diferente al
primero, pero con muchos matices iguales, nuestra lectura del primer cuadro, tomando
la temática de estos.
Ahora sí, el amor, ese tema, ¿no habría cambiado casi por completo?; ¿y no sucedería
esto mismo con el siguiente, y el siguiente y el siguiente del siguiente?
El primero será copiado por el resto, pero el resto nunca podrá parecerse mínimamente
al primero; y ahora, no es ese primero, libre de toda carencia afectiva, rencor,
conocimiento sobre la vida, libre de influencias y matices externos que lo hagan mutar.
¿No sería ese el verdadero y primitivo exponente del amor?, por lo tanto, el amor como
tal.
Me jode, pero empiezo a pensar que el amor no es algo que todos sepan cuidar, incluso
ni para lo que todos hayan nacido; estar despierto si viene es importante, pero aún lo
es más estar preparado para poder llamarlo como tal.
A lo que Lucía, la cajera tan maja del supermercado junto a mi casa interrumpió con un
alegre:
- ¿Quiere bolsa, majo?
- No, gracias
- 22,65€ por favor, ¿en efectivo o con tarjeta?
- Tarjeta
Genial, está lloviendo, ¿veis? El mundo piensa como yo, el amor no existe.
(Teléfono)
- Dime
- Necesito las fotos para la portada de mañana, ¿has conseguido el retrato que
buscabas?
- No, ya te dije que me iba a llevar tiempo.
- Pues tiempo tienes, mira, exactamente 9h para que esté en redacción si quieres
cobrar el mes que viene.
-De acuerdo, nos vemos mañana.
Hace tiempo leí́ que la obligación a crear aliena la pasión por crear, y qué gran razón
tenía y tiene quién lo escribió.

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